07/12/2018 | 7 de diciembre de 2018
Los hechos de violencia ocurridos en el día del partido de vuelta por la final de la copa Conmebol Libertadores entre River y Boca no son hechos puntuales y aislados, por el contrario, vienen ocurriendo cada vez con mayor frecuencia. El antecedente más próximo lo encontramos en el partido que jugaron el Club Atlético All Boys contra el Club Atlético Atlanta, en donde con piedras, palos y todo elemento contundente que encontraron a su paso, los hinchas de All Boys hicieron retroceder a los efectivos policiales, quienes intentaron escapar a bordo de los patrulleros.
La violencia en el futbol tiene su origen en varios factores, entre ellos, sociales, financieros y “político-dirigencial”, algunas veces estos factores se mezclan y no se distingue el origen, en otras ocasiones se distingue muy claramente. Es decir, se ejerce violencia para amedrentar, para recaudar, para apoyar una candidatura, para obtener dinero, para que se vaya un técnico o un jugador y la lista sigue.
Varios países del mundo han pasado por lo mismo y lo superaron. ¿El motivo?, en la mayoría de los casos, por decisión conjunta del Estado (en primer lugar) y de los políticos/dirigentes del futbol en segundo lugar. Todo ello, mediante la aplicación de una política criminal adecuada y sostenida en el tiempo.
La dificultad aparece cuando los barras son protegidos desde la política y la dirigencia del futbol. Es justamente esta coyuntura la que hace muy difícil una salida, pues quienes deben combatirlos utilizan sus “servicios”.
En este contexto, es positivo el Proyecto de Ley propuesto por el Gobierno, mediante el cual se busca crear un \"Régimen Penal y Procesal para la Prevención y Represión de Delitos en Espectáculos Futbolísticos\" a fin de terminar con los barras mediante su persecución penal (“tipificación”) y el fin de su financiación.
Esta propuesta incluye espectáculos nacionales e internacionales, amistosos y hechos violentos vinculados a su celebración, prevé agravar las penas actuales para los infractores e impedir como pena accesoria su acceso a todo tipo de espectáculos futbolísticos.
La sociedad en su conjunto debe tomar conciencia de la gravedad de la situación y entender que nadie es ajeno a esta situación. Cada uno, desde su lugar puede aportar a que cada vez haya menos violencia en el futbol, (i) los políticos y sindicalistas no utilizando a estos delincuentes como fuerzas de choque, (ii) los dirigentes de los clubes de futbol: dejando de otorgar a los barras vías de financiamiento (concesión de venta de comidas, control estacionamiento, entradas para reventa, negocios con las peñas, entre otros miles de varios ítems más) a cambio de que consigan votos, silencien críticas, actúen como cobradores de deudas personales (entre varios times más) y por último, también pueden colaborar a la causa (iii) los simpatizantes: dejando de venerar la cultura del aguante y entender que los protagonistas son los jugadores, el juego y no cuantos hinchas/barras tiene el club tal o cual o cuanto “se la aguanten”.
Actuar de esta manera no quiere decir dejar de cantar, alentar o darles color a las tribunas. Significa un futuro mejor a nuestros hijos, disfrutar de jugar por el placer de jugar y si ganamos mejor, inculcar valores, compartir un espectáculo deportivo con tu familia, significa crecer como sociedad. Por eso, hoy más que nunca instamos a aquellos que tienen responsabilidades que actúen en consecuencia y sin medias tintas. BASTA DE BARRAS.
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