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04/03/2023 | 4 de marzo de 2023

APERTURA DE SESIONES ORDINARIAS EN EL CONGRESO: RECHAZO A LAS INADMISIBLES EXPRESIONES DEL PRESIDENTE REFERIDAS AL PODER JUDICIAL


El Colegio de Abogados de la Ciudad expresa su profundo rechazo a las expresiones que el presidente de la Nación dirigió al Poder Judicial, y en particular a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en su discurso de apertura del período de sesiones ordinarias el 1° de marzo pasado.

Ya este Colegio, en más de una oportunidad, advirtió sobre la inadmisible presión que el Poder Ejecutivo pretende ejercer sobre los magistrados, interfiriendo en muchas ocasiones con causas en trámite, en abierta violación a la prohibición establecida en el artículo 109 de la Constitución Nacional. En esta ocasión, esa práctica antirrepublicana adquirió una mayor gravedad, por la ocasión solemne en que tuvo lugar, dado que se trataba de un acto de carácter institucional que la propia Constitución prevé, en el que el presidente, como jefe de Estado y no como vocero de un partido político, debe dar cuenta del estado de la Nación y recomendar al Congreso las medidas que juzgue necesarias y convenientes (art. 99, inc. 8, CN).

En lugar de atenerse a su deber constitucional, el doctor Alberto Fernández, en el tramo final de su alocución, se embarcó en una diatriba carente de todo fundamento serio contra los jueces de la Corte Suprema, cuyo presidente y vicepresidente se hallaban presentes en el recinto, a pocos metros del estrado desde el que hablaba el presidente de la Nación. El contenido de tales palabras fue impropio y su estética resultó deplorable: gritos destemplados, miradas hacia los magistrados para remarcar que se refería a ellos, y la emisión televisiva oficial que acompañaba ese espectáculo bochornoso tomando repetidamente planos de los rostros de los doctores Rosatti y Rosenkrantz cuando la Corte era mencionada. Está claro que la Constitución no ha previsto que el discurso de apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso sirva al propósito de canalizar desvaríos semejantes.

Es ponderable, por otro lado, la templanza ejemplar de esos magistrados, que concurrieron, como sintieron que era su deber, a un acto institucional, a sabiendas de que podría ser desnaturalizado.

La República se funda en la separación de los poderes, pero también en el respeto recíproco que debe haber entre ellos, porque entre todos conforman las autoridades de la Nación. No hay nada más opuesto a ese principio fundamental de nuestra Constitución y de cualquier organización civilizada de la sociedad que la pretensión de que la justicia se someta a los dictados del Poder Ejecutivo.

El Directorio