06/12/2023 | 6 de diciembre de 2023
Con motivo de celebrarse los 110 años del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, se llevó a cabo un acto conmemorativo en el Salón Vélez Sarsfield de nuestra institución. En el marco de una numerosa concurrencia, el presidente, Dr. Alberto F. Garay, se dirigió a los socios, seguidamente, el vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Carlos Rosenkrantz y el periodista Carlos Pagni, realizaron sus exposiciones.
Palabras del Dr. Alberto F. Garay
Buenas tardes.
Es una gran satisfacción para este Colegio reunirnos hoy entre socios y amigos. Varias razones nos convocan. La central: celebrar los 110 años de vida de esta Institución. Pero esta celebración también nos brindará la oportunidad de escuchar las reflexiones del Sr. Vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Carlos F. Rosenkrantz y del Licenciado en Historia y periodista, Carlos Pagni.
Conmemorar los 110 años de este Colegio es algo que nos honra no sólo porque se ha superado el test del tiempo sino porque a lo largo de tan extenso período han pasado por esta casa gran parte de los abogados más prestigiosos del país, profesores nacionales e internacionales de fuste, dirigentes y políticos de renombre. Al mismo tiempo, el Colegio siempre fue caja de resonancia de los problemas políticos, económicos, sociales y filosóficos que se debatieron en tan largo lapso.
Debo expresar especialmente mi gratitud a los socios y a un grupo de Estudios jurídicos. Sin el esfuerzo desinteresado de todos ellos, tanto ayer como hoy, este Colegio no sería viable. Como a gran parte del país, la realidad económica nos golpea y hacemos ingentes esfuerzos para mantenernos en pie. Pero ello no sería posible sin el apoyo constante y desinteresados de todos ellos. Una vez más, muchas gracias.
Hoy, nos convoca esta celebración junto con otra que es sumamente relevante. Me refiero a que este año, dentro de unos días, se conmemorarán los 40 años de la vuelta a la democracia. Si bien estamos hablando de un breve período -medido por la vida de las naciones- debemos recordar que en la Argentina no se vivía un lapso semejante desde hace 97 años. Es más. Me animaría a decir que el proceso actual es único, porque son los primeros 40 años sucesivos en toda nuestra historia desde la Organización Nacional, en que se ha competido electoralmente de manera libre, sin proscripciones, sin fraudes electorales relevantes y mediante el voto universal y obligatorio.
Esto no significa que en este tiempo no hallamos debido enfrentar ataques al sistema democrático, a las instituciones. Por cierto que los ha habido y que se los ha podido superar dentro de las reglas del sistema.
No puedo dejar de referirme aquí, en particular, a los injustificables embates que arreciaron en los últimos años contra la persona de los jueces de la Corte Suprema, ataques que, proviniendo del Poder Ejecutivo y de algunos miembros del poder legislativo, de algunos gobernadores y legisladores de provincia y de ciertos sectores sindicales no hicieron sino degradar las instituciones a las que los ofensores pertenecen.
Dichos ataques, como todos sabemos, llegaron al extremo de pretender enjuiciar políticamente a todos los integrantes de la Corte Suprema, fundamentalmente, por discrepar con algunas de sus sentencias, causa que per se jamás puede habilitar este proceso.
Evidentemente, la intolerancia del pasado, cada tanto, nos ha dado señales de que ella subsiste agazapada entre los pliegues de la democracia -como dijera el ministro Troccoli en los ochenta- y dispuesta a mostrar su torvo rostro. Desde el Colegio nos hemos alzado en defensa de la independencia del Poder Judicial incontables veces a lo largo de estos años y lo seguiremos haciendo. Consideramos que sin un Poder Judicial independiente no hay democracia constitucional posible. Esos ataques, además, son como una vuelta al estado de naturaleza o de barbarie del que la Argentina decidió aparatarse cuando sancionó la Constitución Nacional y optó por diseñar un esquema de distribución del poder que fue considerado como el más progresista de su época.
Es probable que algunos prefieran el ejercicio crudo de poder que he criticado. Ésta es, en definitiva, la velada discusión que subyace en parte de nuestra sociedad. Una brutal prevalencia del poder del más fuerte por sobre el de aquellos que la respetan o que son los encargados de hacerla respetar y que prefieren resignar sus apetitos propios en aras de una convivencia más tolerante y más pacífica. En definitiva, como dijera el zoólogo Desmond Morris en el Mono Desnudo, El hombre ha evolucionado dispuesto a conquistar el mundo. “Es un producto novísimo y experimental y, con frecuencia, los modelos nuevos presentan imperfecciones. Sus principales agobios derivarán del hecho de que sus progresos culturales rebasarán a todos los progresos genéticos. Sus genes quedarán rezagados, y tendremos que recordar constantemente, a pesar de todos sus éxitos en la adaptación al medio, sigue siendo, en el fondo, un mono desnudo”.
Por último, no puedo dejar de mencionar el particular momento político en que esta celebración ocurre. Asoma un nuevo gobierno al que le deseamos el mayor de los éxitos. Como Nación, deberemos enfrentar adversidades y desafíos de todo tipo. Habrá mucho por hacer pero…bueno… somos abogados. Estamos hechos para afrontar desafíos y estamos hechos para superarlos con inteligencia y con las mejores armas de que seamos capaces. Estamos hechos para luchar. Muchas gracias.
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